Claudio Hontana y Juan de Salas
La ciudad ha explotado. Así concluía Lefebvre una reflexión acerca de cómo el espacio ha entrado en los modos de producción capitalista. Martha Rosler revisitaría más adelante esta cita para preguntarse qué imagen simbólica representa una ciudad (ese «lugar de producción de significados productivos»). Desde los cascotes aún candentes de esta ciudad, en la conferencia ofrecida el 1 de julio de 2022 en la ESDIR, tratamos de continuar este hilo de pensamiento sobre ciudad, espacio, arte e imágenes. Superando las estéticas y prácticas del paseo y el flâneur, nuestra preocupación giró en torno al régimen de propiedad de la ciudad contemporánea y su relación con la producción de imágenes y relatos parciales en el espacio público. Aunque sin duda esta intención quedó inconclusa, hemos querido sintetizar aquí algunas ideas para intentar entender, tras el boom de la bomba, los extraños espacios que habitamos.
En primer lugar, partimos del interés que nos genera la condición del terrateniente y su relación con el entorno y la producción de imágenes. La acumulación de la propiedad fue la condición a partir de la cual una elevada clase social británica desarrolló, en el siglo XVIII y XIX, la idea de gusto y arte pintoresco. Estas nociones estéticas se fundamentaron, primeramente, en una autenticidad exclusiva y excluyente, producida y productora, que encontramos igualmente en la ciudad contemporánea. La ciudad actual está también marcada por la acumulación y monopolio del suelo y la vivienda. Esos nuevos terratenientes, los caseros, las inmobiliarias… ¿en qué arte piensan? ¿Qué gusto tienen? ¿Cómo modelan la ciudad que habitamos el resto?
A través del caso de estudio de la Plaza de Colón de Madrid, intentamos trazar una genealogía de cómo las diferentes formas de propiedad y apropiación han actuado históricamente en un espacio urbano concreto. En el centro está la extraña condición del monu- mento, que marca y reclama el territorio, al tiempo que se sitúa en una temporalidad siempre inacabada. No obstante, en Colón se dan cita las formas más exaltadas de propiedad y apropiación, autenticidad y exclusión. La historia, en este caso la de España, puede ser también un artefacto fabricado: un producto más de este arte terrateniente y de una estética de la desposesión. Frente a la fabricación d imágenes y significados a la que está sometido el monumento y la historia, en muchos casos para disimular un tiempo marcado por el colonialismo, la violencia y el racismo, proponemos otro tipo de praxis que nos permita acercarnos al pasado (y con él al presente): enfrentar lo utópico de lo discursos oficiales con la anécdota, esa forma de abordar la historia que se introduce entre su grietas, esa historia que es grieta en sí misma.
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Claudio Hontana y Juan de Salas
La ciudad ha explotado. Así concluía Lefebvre una reflexión acerca de cómo el espacio ha entrado en los modos de producción capitalista. Martha Rosler revisitaría más adelante esta cita para preguntarse qué imagen simbólica representa una ciudad (ese «lugar de producción de significados productivos»). Desde los cascotes aún candentes de esta ciudad, en la conferencia ofrecida el 1 de julio de 2022 en la ESDIR, tratamos de continuar este hilo de pensamiento sobre ciudad, espacio, arte e imágenes. Superando las estéticas y prácticas del paseo y el flâneur, nuestra preocupación giró en torno al régimen de propiedad de la ciudad contemporánea y su relación con la producción de imágenes y relatos parciales en el espacio público. Aunque sin duda esta intención quedó inconclusa, hemos querido sintetizar aquí algunas ideas para intentar entender, tras el boom de la bomba, los extraños espacios que habitamos.
En primer lugar, partimos del interés que nos genera la condición del terrateniente y su relación con el entorno y la producción de imágenes. La acumulación de la propiedad fue la condición a partir de la cual una elevada clase social británica desarrolló, en el siglo XVIII y XIX, la idea de gusto y arte pintoresco. Estas nociones estéticas se fundamentaron, primeramente, en una autenticidad exclusiva y excluyente, producida y productora, que encontramos igualmente en la ciudad contemporánea. La ciudad actual está también marcada por la acumulación y monopolio del suelo y la vivienda. Esos nuevos terratenientes, los caseros, las inmobiliarias… ¿en qué arte piensan? ¿Qué gusto tienen? ¿Cómo modelan la ciudad que habitamos el resto?
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