María Ángeles Fernández Páez
Amar bien no es subversivo; amar bien implica amor®. Un amor registrado para hombres de verdad® y mujeres de verdad®, como diría Vasallo; un amor que propone a la pareja como cúspide piramidal, a través de la cual construir prolongaciones reproductivas [1]. Se trata de una marca registrada que establece la aprobación de un amor verificado, disciplinario, aquel que ordena los cuerpos y los predispone para ser consumidos.
Entre las nuevas terminologías generacionales que circulan por internet encontramos “bae” (before anyone else), un término mediante el cual se designa a aquella persona que es más importante en tu vida. El “bae” puede ser tu hermano, y a la vez tu novia, incluso puede ser tu cita de ese día, sin atender a ningún carácter sexo-afectivo. “Bae” puede ser al mismo tiempo múltiples amantes a los que se les identifica con un tipo de relación amorosa. No tiene por qué ser el mejor, ni imposibilitar el intercambio del propio término con otros usuarios; es aquel que se antepone a otros en un espacio-tiempo determinado, en una situación; es “your date” en un momento concreto.
Consecuentemente, en esa jerarquía que cada cual establece, aun emulando la estructura piramidal que la monogamia instaura como inicial, podríamos considerar el uso de “bae” como una manera de desarticular la jerarquía monógama y construir otra que posibilite depositar en la cúspide relaciones que no sean de pareja ni de consanguineidad. Pero no una única cúspide, sino varias. Mientras que la monogamia defiende la exclusividad de una cumbre competitiva por la que los usuarios deben rivalizar entre ellos, instaurada bajo el concepto de fidelidad, “bae” no se entiende bajo estos parámetros. Y aunque continúa imponiendo estructuras relacionales que no se enfrentan al anterior sistema, sino que lo imitan y duplican, al mismo tiempo construye muchas pirámides paralelas, helicoidales y entrelazadas. La intercambiabilidad de los términos con los que se denominan cuerpos y relaciones “puede hacer de la experiencia amorosa colectiva una forma de transformación política” que posibilite otros modos de vivir [2]. Bae es tan solo una etiqueta jerarquizante, pero quizás pueda implicar también unos cuidados afectivos por parte del que designa hacia el designado.
Curiosamente la pronunciación de “bae” en español y la que se realiza en inglés (idioma del cual proviene) son completamente distintas. Esta segunda suena /bei/, similar a como se pronuncia la palabra “babe” (/ beib/), proveniente de “baby”. En cambio, en español se acostumbra a pronunciar del mismo modo en el que se escribe (/bae/). Este término se incluyó el 14 de marzo de 2003 en el Urban Dictionary, donde se explicaba como una bastarización de “bebé”. En 2006, pasó a definirse como “amante o persona importante” y, finalmente, el 12 de diciembre de 2008, el usuario DreaBaeXXX, lo definió cercano a los términos “baby, boo, sweetie”. De nuevo, en 2012, un usuario de Twitter llamado @TeensAdvices lo enumeraba junto a otros muchos términos cariñosos y tiernos [3].
La capacidad de designar una estructura afectiva otra, a través de términos como “bae”, que jerarquizan, pero lo hacen desde innumerables patrones, implica unas políticas amorosas en movimiento. La pareja parece haber entrado en decaimiento, al igual que la estructura monógama que abogaba por la primacía y la exclusividad de ella. Una “nueva suavidad” comienza a tener cabida: la capacidad para desarrollar alternativas de relación, corporal e intercorporal, en las que “se ensayan desgarradamente otras maneras de vivir” [4].
Aun así, “bae” sitúa el protagonismo en el bebé. Y aunque la consanguineidad y la descendencia no definan las pirámides que se conforman a partir de él, el término en sí mismo parte de esta premisa: se ha extrapolado para definir aquello que va en primer lugar y es en ese lugar en el que se sitúa al infante, al descendiente encarnado en multitud de cuerpos, edades y afectos. Traspapela el término “bebé” y evidencia el protagonismo de la tradicional figura del niño como descendiente primordial, pero también advierte que otras políticas amorosas empiezan a expresarse en la etimología de las generaciones millenial y z.
1. Brigitte Vasallo, Pensamiento monógamo, terror poliamoroso (Madrid: La oveja roja, 2018), 19.
2. Ibidem, 32.
3. “BAE”, Know your meme, https://knowyourmeme.com/memes/bae. “BAE”, Urban dictionary, 10 de octubre de 2017, https://www.urbandictionary. com/define.php?term=Bae
4. Felix Guattari y Suely Rolnik, “Amor, territorios de deseo y una nueva suavidad”. En Felix Guattari y Suely Rolnik (ed.) Micropolíticas, cartografías de deseo (Madrid: Editorial Traficantes de Sueños, 2005), 327-337.
María Ángeles Fernández Páez
Amar bien no es subversivo; amar bien implica amor®. Un amor registrado para hombres de verdad® y mujeres de verdad®, como diría Vasallo; un amor que propone a la pareja como cúspide piramidal, a través de la cual construir prolongaciones reproductivas [1]. Se trata de una marca registrada que establece la aprobación de un amor verificado, disciplinario, aquel que ordena los cuerpos y los predispone para ser consumidos.
Entre las nuevas terminologías generacionales que circulan por internet encontramos “bae” (before anyone else), un término mediante el cual se designa a aquella persona que es más importante en tu vida. El “bae” puede ser tu hermano, y a la vez tu novia, incluso puede ser tu cita de ese día, sin atender a ningún carácter sexo-afectivo. “Bae” puede ser al mismo tiempo múltiples amantes a los que se les identifica con un tipo de relación amorosa. No tiene por qué ser el mejor, ni imposibilitar el intercambio del propio término con otros usuarios; es aquel que se antepone a otros en un espacio-tiempo determinado, en una situación; es “your date” en un momento concreto.
Consecuentemente, en esa jerarquía que cada cual establece, aun emulando la estructura piramidal que la monogamia instaura como inicial, podríamos considerar el uso de “bae” como una manera de desarticular la jerarquía monógama y construir otra que posibilite depositar en la cúspide relaciones que no sean de pareja ni de consanguineidad. Pero no una única cúspide, sino varias. Mientras que la monogamia defiende la exclusividad de una cumbre competitiva por la que los usuarios deben rivalizar entre ellos, instaurada bajo el concepto de fidelidad, “bae” no se entiende bajo estos parámetros. Y aunque continúa imponiendo estructuras relacionales que no se enfrentan al anterior sistema, sino que lo imitan y duplican, al mismo tiempo construye muchas pirámides paralelas, helicoidales y entrelazadas. La intercambiabilidad de los términos con los que se denominan cuerpos y relaciones “puede hacer de la experiencia amorosa colectiva una forma de transformación política” que posibilite otros modos de vivir [2]. Bae es tan solo una etiqueta jerarquizante, pero quizás pueda implicar también unos cuidados afectivos por parte del que designa hacia el designado.
Curiosamente la pronunciación de “bae” en español y la que se realiza en inglés (idioma del cual proviene) son completamente distintas. Esta segunda suena /bei/, similar a como se pronuncia la palabra “babe” (/ beib/), proveniente de “baby”. En cambio, en español se acostumbra a pronunciar del mismo modo en el que se escribe (/bae/). Este término se incluyó el 14 de marzo de 2003 en el Urban Dictionary, donde se explicaba como una bastarización de “bebé”. En 2006, pasó a definirse como “amante o persona importante” y, finalmente, el 12 de diciembre de 2008, el usuario DreaBaeXXX, lo definió cercano a los términos “baby, boo, sweetie”. De nuevo, en 2012, un usuario de Twitter llamado @TeensAdvices lo enumeraba junto a otros muchos términos cariñosos y tiernos [3].
La capacidad de designar una estructura afectiva otra, a través de términos como “bae”, que jerarquizan, pero lo hacen desde innumerables patrones, implica unas políticas amorosas en movimiento. La pareja parece haber entrado en decaimiento, al igual que la estructura monógama que abogaba por la primacía y la exclusividad de ella. Una “nueva suavidad” comienza a tener cabida: la capacidad para desarrollar alternativas de relación, corporal e intercorporal, en las que “se ensayan desgarradamente otras maneras de vivir” [4].
Aun así, “bae” sitúa el protagonismo en el bebé. Y aunque la consanguineidad y la descendencia no definan las pirámides que se conforman a partir de él, el término en sí mismo parte de esta premisa: se ha extrapolado para definir aquello que va en primer lugar y es en ese lugar en el que se sitúa al infante, al descendiente encarnado en multitud de cuerpos, edades y afectos. Traspapela el término “bebé” y evidencia el protagonismo de la tradicional figura del niño como descendiente primordial, pero también advierte que otras políticas amorosas empiezan a expresarse en la etimología de las generaciones millenial y z.
1. Brigitte Vasallo, Pensamiento monógamo, terror poliamoroso (Madrid: La oveja roja, 2018), 19.
2. Ibidem, 32.
3. “BAE”, Know your meme, https://knowyourmeme.com/memes/bae. “BAE”, Urban dictionary, 10 de octubre de 2017, https://www.urbandictionary. com/define.php?term=Bae
4. Felix Guattari y Suely Rolnik, “Amor, territorios de deseo y una nueva suavidad”. En Felix Guattari y Suely Rolnik (ed.) Micropolíticas, cartografías de deseo (Madrid: Editorial Traficantes de Sueños, 2005), 327-337.